lunes, 21 de noviembre de 2011

Después del temporal

Después de un fin de semana lluvioso toca disfrutar de una luz única. Ahora que el trabajo escasea, tengo la oportunidad de disponer de tiempo para detenerme un rato, pensar, mirar, sin prisa. Hasta puedo darle tiempo a mi conocimiento de cómo encuadrar una foto, darle los parámetros adecuados que puedan reflejar la magia de lo que mis ojos ven.

Ese agua que aún permanece en la superficie, sin ser evaporada o absorbida por el suelo, ofrece un reflejo de aquello que funciona como el pulmón del planeta: un árbol.

Si continúo mi viaje hacia la costa, buscando ese mar que me llenará de energía, podré gozar de otra visión, lejana, que une dos amores imposibles pero simultáneos, el mar y los montes. Por encima, un decorado de nubes a todo lo ancho y, camuflada entre la bruma, La Línea y Gibraltar.

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