domingo, 13 de noviembre de 2011

Río Guadiaro (La ida)

Estudiada excursión, por sus increíbles paisajes ya vistos anteriormente y los previsibles por descubrir. Javi se había quedado con ganas el día de su visita a la entrada de la cueva del Gato. Ahora tocaba explorar un nuevo tramo del río, por un sendero que discurre paralelo a él.

Mochila cargada con los bocatas y las bebidas, prendas de abrigo, por si acaso, y muchas ganas de pasarlo bien.

Pronto nos tropezamos con la primera vista otoñal.

Y lo que triunfó en el día: la presa.

El que mandó el reto fue el padre: ¿A qué no eres capaz de atravesarla de un lado a otro? Que nooo ...

Javi le tenía perdido totalmente el miedo a tal entretenimiento, se permitía todas las licencias, hasta agacharse.

Después de haber repuesto fuerzas, dando cuenta de los bocatas, seguimos el camino. Vaya, un refugio ideal, esto sí que es una casa integrada en el entorno.

Alguien vivió aquí hace muchos años.

El amigo, cuando encontraba algo que le llamaba la atención, pedía cámara de fotos. Como es habitual en él, afina con las tomas.

Muy de cerca lo estuvo siguiendo Coco, divirtiéndose entres escaleras talladas en el camino.

Llegó el momento tan ansiado por mí, acercarme de nuevo al río, en un paraje en el que adivinaba grandes fotos. Aún había que bajar un buen trecho.

Al llegar, nos tropezamos con un paisaje digno del Norte, con un río fluyendo rápido desde las tranquilas pozas.

Y aquí termina lo que es la ida. La vuelta será contada con otro buen número de fotos ilustrativas del lugar. Después de tres horas y media y, acercándose la noche, decidí que era hora de apretar el paso camino de vuelta.


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