lunes, 6 de febrero de 2012

La odisea del segundo entrenamiento

Ayer domingo, después del vendaval que sufrimos en Marbella el sábado, decidí por la tarde hacer el segundo entrenamiento de bicicleta. Como no disponía de mucho tiempo y sabía que se me haría de noche por el camino, decidí coger la bicicleta de montaña, que está preparada con luz delantera y trasera, y puedo circular sin peligro a la vuelta por el paseo marítimo.

Después de abrigarme todo lo que pude, llenar un bote de agua añadiéndole el correspondiente sobre de H3O para ir reponiendo por el camino, empezaba a pedalear sobre las seis menos cuarto de la tarde.

El trayecto pensado fue subir a Benahavis, yendo a la ida por la carretera para evitar a todo el personal que seguro estaba abarrotando a esas horas el paseo marítimo. La vuelta la haría por Guadalmina para coger después el paseo marítimo hasta casa.

La subida por la carretera de Benahavis se presentaba preciosa y tranquila. Solo empezar me encontré con la imagen de La Concha iluminada por los últimos rayos de sol.

Al salir del túnel, ya me acompañaba la luna, que me fue de gran ayuda a la vuelta, dándome como complemento su suave luz.

Subiendo empezó a pegar el viento, sin que venciera a mis ganas por llegar hasta arriba pedaleando fuerte. Cuando llegué a Benahavis, ya era completamente de noche. Estaba todo tranquilo.

Sin perder un solo instante, di la vuelta y bajé todo lo rápido que pude, de tal forma que en un visto y no visto, cogía camino de Guadalmina, donde en un repecho se rompió la cadena de la bicicleta. No había excesiva luz en la urbanización, así que reenganché el eslabón roto como buenamente pude y continué camino del solitario paseo marítimo de San Pedro Alcántara. El viento se estaba poniendo algo pesado, así que había que aligerar un poco.

Llegué a Puerto Banús sin más incidencias, hasta que a la salida para coger de nuevo el paseo, se volvió a romper la cadena. Esta vez conseguí de nuevo cerrarla, pero ya me iba temiendo lo peor, que vendría poco después de pasar el puente de Río Verde. Allí, casi a oscuras, alumbrado solo por la tenue luz del alumbrado público, intenté buscar una mejor solución, pero, ¡sorpresa! la multi-herramienta que lleva un troncha cadenas estaba en la bolsa de la bicicleta de carretera, o sea que adiós a hacer una reparación más seria. La cadena estaba ya más que dañada, se volvía a salir una y otra vez en un desesperado intento de engarzarla lo mejor posible, y terminó por echar abajo toda esperanza de volver en bici. Tocaba volver andando, total, solo estaba a siete kilómetros y medio de casa, hacía un frío tremendo y no había ni un alma en el paseo, que pudiera ir en bici y prestarme la herramienta que me hacía falta en ese momento. La cadena fue a parar a una papelera.

La vuelta la hice casi todo el rato andando con la bici en la mano, y cuando me hartaba la usaba de patineta un ratito. El caso es que llegué a las diez de la noche, algo cansado pero contento del ejercicio físico.

Ya he llevado la bici al taller para que le peguen una buena revisión, y para la siguiente salida ya procuraré que no se me olvide ninguna herramienta importante.

Algo muuuyyyy antiguo, pero que me encantaba de niño http://www.youtube.com/watch?v=KTSAOtasAfg

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