miércoles, 31 de marzo de 2010

Nuestra particular visita al puente colgante de madera

Después de leer tan buenas cosas sobre el recién estrenado puente sobre Río Verde, como que es el mayor de Europa en su género, pues le propuse a mi leoncillo llegarnos a verlo, dándonos un generoso paseo en bici. Es un gusto ver el paseo marítimo lleno de turistas, no importa que en su mayoría sean nacionales, pero que le den un empujoncito a la economía local, que falta hace. Por el camino nos encontramos alguna sorpresa, como que había un par de tramos donde la arena le había ganado la partida al albero, debido a los temporales de este pasado invierno; ahí nos tocó empujar la bici.

Este pequeño contratiempo hacía preguntar al pequeño que cuánto quedaba para llegar, ya que, como a su padre, la incertidumbre de la distancia restante hace dudar de las propias fuerzas, que en este caso no le faltaron. La verdad es que está hecho un fortachón.

Ya encima del puente estuvimos disfrutando de las maravillosas vistas que nos ofrecía tan singular mirador.

Era de obligado cumplimiento el hacer una foto, aunque fuese transversal del nuevo puente. Tuvimos que darnos prisa para que nadie pasara, por aquello de respetar por una vez la intimidad de las personas. Al modelo le daba el sol de frente, en la cara; tiene una paciencia infinita con el pesado de su padre.

Una vez atravesado el bonito puente, estábamos ya en Puerto Banús. Era un ir y venir de gente pasando de un lado al otro, por encima de unas aguas de tonos verdosos. Era el tiempo de ir pensando en volver, no sin antes dar un paseíto al otro lado del río.

No sé por qué motivo, pero la foto preferida siempre de mi campeón es bebiendo agua a morro. Yo intento sacarlo lo mejor que puedo, intentando que sea algo más que un reflejo de una necesidad.

Calmada la sed, ya ebrios de vistas inigualables, con la brisa empezando a convertirse en un poco de fresco, decidimos volver por el mismo camino, no sin antes dejar constancia para un futuro de que papi estuvo con su cachorro de visita por el nuevo puente de madera. Un voluntario inmortalizó el momento. Después llegaríamos sin más contratiempos a casa. Fue una buena tarde.

Y hablando de ríos, de puentes; y sin hablar de crisis y de apuros para la gente, aquí os dejo esta preciosa canción de Pedro Guerra.

1 comentario:

  1. Hay que reconocer que el placer que se siente cuando tu hijo te acompaña en estos paseos hace que todo se vea con más emoción y alegría. Por cierto, gracias por la preciosa foto que me has enviado a mi blog.

    Arturo.

    ResponderEliminar