domingo, 14 de marzo de 2010

Y tú ¿cómo estás?

El año pasado recibí una llamada de teléfono en casa, alguien preguntaba por mí, decía que había estudiado conmigo en la universidad, me dijo su nombre y me preguntó que si me acordaba de él. Cómo no iba a acordarme del grupo más unido que jamás haya tenido. Más que una clase, éramos una verdadera piña donde siempre estábamos unidos en aquellos tiempos donde las jornadas de clase en la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Industrial empezaban a las ocho de la mañana y terminaban a las diez de la noche, con un descanso de dos horas al mediodía. Sí, casi todos los días teníamos doce horas de clases, algo impensable hoy; pero entonces éramos los legionarios del estudio. Después había que llegar a casa y ponerse a estudiar otra vez. Recuerdo largos períodos de tiempo en los que no dormía más de treinta y cinco horas a la semana.

Ayer nos juntamos casi toda la clase para celebrar que salimos de la Escuela hace 25 años. No sé cómo explicar la emoción tan fuerte que tuve al abrir la puerta del restaurante y encontrármelos a casi todos allí. Apretones de mano, abrazos sinceros, risas y muchos recuerdos. A la mayoría de ellos no les veía desde aquellos tiempos. De todos aquellos chavales jóvenes que se querían comer el mundo en dos bocados; solo uno no podrá reunirse más con nosotros; nuestro compañero de clase, chaval listo y alegre donde los hubiera, que siempre me recogía y me llevaba de vuelta a El Palo, José Miguel, murió en un accidente de tráfico hace ya unos años. Alguien propuso mandar una placa conmemorativa a su familia; todos estuvimos de acuerdo. Era un piñón más de esa piña que fue nuestra promoción.

Toda un aula de muchachos, con una sola chica, Mery, que venía a ser como la novia de todos, la alegría de la clase. Sigue siendo una mujer muy guapa, después de tantos años. Diego nos contó sus chistes, con el arte de un profesional. Todo eran risas, buenos recuerdos de horas y horas bajo el mismo techo. Nadie hacía la zancadilla a nadie, los problemas complicados que ponían algunos profesores, los resolvíamos entre todos en la biblioteca. Creo que todo el mundo debería pasar por una experiencia así.

Gracias a todos ellos, por hacerme vivir unos tiempos donde todas las metas estaban por alcanzar. Algunos de ellos ya tienen hijos estudiando en la universidad, otros mantenemos la ilusión de que nuestros hijos también puedan abrir su mente al mundo y vivir esas experiencias que nos llevaron a ser hombres y mujeres honestos y preparados.

Ah, cómo hemos cambiado…

3 comentarios:

  1. Esta historia me recuerda a algo.....
    Despues de 11 años de internado, se me ocurrió reunir a las de mi curso. La 1ª vez fue a los 17 años de haber salido. Fué muy emocionante. A partir de ahí, solemos hacerlo a cada 2, 3, ó como mucho 5 años (con estas edades no se puede dejar pasar tanto tiempo, porque también nos falta ya una amiga y eso es muy duro).
    Nos juntamos siempre en Madrid, ya que cada una somos de una parte de España.
    Me alegro que lo hayas disfrutado y no vuelvas a perder el contacto con ellos.
    ¡Somos muy afortunados por tener esto!
    Un super beso.

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  2. Es muy bonito lo que has escrito, y la verdad es que en la reunión me sentí como cuando tenía 18 años, la mar de agusto y como si os hubiera visto hace una semana.
    Siempre he hablado de lo bien que me sentía entre todos vosotros durante los 3 años que estuve, y la verdad que recuerdo aquella época con mucho cariño. Espero que sigamos en contacto y os envio un besote para todos.
    Mery

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  3. Hola Órfilo, que pequeño es el mundo. Resulta que Trujo fué compañero de colegio y de grupo.Si le ves, dale recuerdos del batería ( ahora dicen baterista ) de Yeso.

    Saludos.

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