domingo, 17 de enero de 2010

Un poco de cicloturismo

Pasas un montón de veces por el mismo sitio y siempre vas descubriendo algo nuevo que no habías visto o no le prestaste atención. Hoy he vuelto a subir a Istán, qué remedio, es el sitio más seguro para los ciclistas, de momento. Se ve que los que proyectan las carreteras de por aquí son poco asiduos del deporte de la bicicleta, porque de otra manera no se entiende cómo están desapareciendo hasta los arcenes. Bueno, a lo que iba, que ya ayer me levanté un poco raro, con molestias típicas de un cólico nefrítico suavito, por eso eran solo molestias, que si no... El caso es que hoy andaba por el estilo, así que he cogido la bici y a ver qué pasaba. Con suerte soltaría la arenilla o lo que fuera que me estaba fastidiando.

A las diez ya estaba a punto de salir; camiseta interior, malliot de manga carta y encima otro de manga larga. No hacía mucho frío esta mañana. La verdad es que me apetecía más quedarme en casa, pero hay que entrenar para mi próximo reto en mayo. Entre que tenía el típico cansancio de cuando está uno algo fastidiado, que la bici estaba de barro hasta arriba desde la última aventurita y que las piernas me pesaban como dos pilares de hormigón, me costaba la misma vida que la bici cogiera una velocidad de crucero medio decente. Al final he pensado que me lo iba a tomar como una ruta cicloturista, que de eso es lo que tengo licencia federativa, no de competidor. He sacado la cámara y me he entretenido haciendo algunas fotos por el camino. Empezando por otro autorretrato en el que veo que ya más que patas de gallo tengo de avestruz, que se me está poniendo cara de la edad que tengo y que hay que bajar la papada otra vez. Menos mal que bajo de peso con cierta facilidad, solo con dejar la cerveza y no cenar mucho; sólo, digo, con lo que me gustan ambas cosas.

Hoy había una luz especial para las fotografías, de esos días mágicos en que los contrastes no son muy fuertes y es más fácil sacar cosas con tonos suaves. Mientras iba subiendo podía observar cómo se veía Gibraltar y la costa africana. En un momento dado se veía el pantano encerrado entre montañas, con reflejos en el agua y de fondo un cielo precioso. Y pensar que no cuesta dinero tal disfrute de belleza. Me apetecía subir solo, para estar un rato conmigo.

Los domingos hay muchos ciclistas por esta carretera, es un no parar de gente subiendo y bajando. Casi todos saludan al pasar, siendo los raros aquellos que no lo hacen. La verdad es que disfruta uno un rato bueno entre montañas, árboles y pequeños arroyos creados con las últimas aguas. Mientras subía con la cámara en la mano, cacé a un ciclista que ya bajaba a tope.

He llegado a la fuente del pueblo después de hora y media dándole a los pedales, mucho tiempo, aunque con las ruedas tan anchas que llevo y el cuerpo que llevaba, no puedo quejarme. Si bien no llevaba mucha sed, siempre hay que probar unos cuantos tragos del agua tan fresca y buena que sale de los caños. Lo bueno ha sido cuando me he puesto a hacer fotos con la compacta que llevaba, porque la he metido dentro del agua para hacer alguna foto creativa. La gente que andaba por allí me miraba como diciendo ¿qué hace el loco ése, que se va a cargar la cámara? Las fotos que hace no son muy buenas, pero sí que es una cámara subacuática creada para aventuras, así que la puedo meter hasta diez metros de profundidad, llevarla a la nieve e incluso no le pasa nada si se cae desde un par de metros de altura. Las tres pruebas las ha pasado ya en el año y pico que llevo con ella. No sé si aguantará exactamente hasta los diez metros de profundidad, pero hasta los tres, sí.

No he querido entretenerme más de la cuenta, así que me he montado y he bajado sin parar de dar pedales para que no se me enfriaran las piernas, que es lo peor que te puede pasar, ya que luego no hay quien las mueva. Mientras bajaba, me he tropezado con un antiguo amigo. Al llegar de nuevo a la costa, como no podía hacer la etapa que estaba planificada para hoy, por no estar todo lo fuerte que debiera, he seguido hasta Puerto Banús, he dado un par de vueltas por allí y me he vuelto. He intentado venirme por el paseo marítimo, pero se ve que los Reyes Magos han traído muchas bicicletas a los niños y a los padres de los niños. Entre los críos que van mirando para todos sitios menos para adelante, los que van corriendo, las señoras que se paran para hablar con otras y los paseantes, era menos peligroso circular por la carretera entre los coches, así que he tenido que optar por hacer un tramo por arriba y bajar después al último tramo del paseo. Al final, entre una cosa y otra, he hecho casi cincuenta Km en tres horas; creo que tendré que cambiar otra vez a las cubiertas de carretera, porque si no, a estas velocidades … Pero no ha estado nada mal el paseo, para las sensaciones que tenía al principio de la etapa.

I´m yours (os la pongo con traducción al español, para los que no vayan muy bien con el inglés)

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